Ir al contenido principal

Entradas

Un mal inquilino

Cada vez que alguien me llama fuerte o arriesgada no puedo evitar agachar la cabeza un poco mientras agradezco el cumplido. No podría aceptar que alguien me llame fuerte mientras le miro a los ojos, sería mentirme a mí misma, pero sé que si aclaro que no lo soy van a listarme un buen número de sucesos que "prueban" lo contrario, o al menos eso creen ellos, desde afuera. Parece que un par de mis actos se han visto heroicos cuando desde mi perspectiva fueron más suicidas. Me cago de susto antes de dar un paso grande, esa es la verdad. No quiero usar un adjetivo menos tosco, me cago de susto, punto. Tiemblo, lloro, me encierro, me enfermo del estómago, siento vacío, como de más, pienso en mil formas de cómo justificar mi retirada antes de comenzar: me puedo enfermar, me puedo desaparecer, me puedo incluso morir, nadie va a culpar al muerto por faltar a causa de su muerte, cierto? Siento frío en los huesos del miedo que me invade y a veces parece mejor morir que tener que enfrent
Entradas recientes

La sartén por el mango

Tomar la decisión de ser au pair por segunda vez no fue nada fácil. Sé que de afuera muchos ven una mujer decidida y segura, pero eso se debe a que el enredo de dudas que siempre me acompaña lo llevo bien adentro y trato de no dejar que hable por mí. Siempre fui la buena estudiante, la alumna de la que profesores, compañeros y familiares esperan mucho, yo soñaba con ser profesional, con hacer maestría, doctorado, ocupar grandes cargos y taconear por los pasillos de grandes empresas con un poco de prisa para no llegar tarde a mi quinta reunión del día. Yo lo soñaba y sabía que lo iba a lograr, mis notas de la universidad me decían que iba por buena camino. Tenía 20 años, estudiaba dos carreras en dos universidades diferentes, estaba en grupos de investigación, pintaba, estudiaba inglés, era voluntaria de una organización juvenil que apoyaba en el área financiera y hasta en tiempos libres tocaba la batería en una banda cristiana y predicaba para jóvenes en un grupo de oración.

El club de los tóxicos

Hoy quiero escribir sobre un tema bastante sensible e incómodo: problemas emocionales.  Lo siento si escribo con un tono fuerte pero es como me siento en este momento con respecto a este tema.  Yo creo que debemos madurar, sí, madurar y hacernos cargo de nuestros sentimientos y problemas emocionales.  Todos en algún momento de nuestras vidas hemos sido terriblemente tóxicos, todos en algún momento hemos estado heridos hasta los huesos, hemos querido hacer y deshacer, beber, bailar, jugar con todo el/la que se nos atraviese y simplemente actuar sin pensar porque estamos tan dolidos y tenemos tantas cosas por resolver que lo más fácil es evadir la realidad y buscar alivio en los lugares menos indicados.  Lo que no nos damos cuenta es que estamos alimentando una cadena infinita de puro dolor en la que no ganamos nada y ponemos a perder a todo el mundo. Aprendimos a sacar un clavo con otro clavo, a vengarnos, a jugar con tod@s porque pues el amor no existe y en el mejor de los ca

Regreso a casa

Era 30 de Septiembre de 2017, tenía todavía mucho por empacar, ya tenía cuatro maletas más la guitarra, ¿qué será mejor? ¿Dejar mis cosas o pagar dos maletas extra? En ese momento ya nada importaba, la noche anterior no pude dormir. ¿Para qué iba a regresar? Este ya era mi lugar en el mundo, tenía un hogar, un trabajo que disfrutaba, amigos, amor… estaba en un punto de mi vida donde todo estaba perfecto; pero se habían agotado los 13 meses de mi estadía, extender mi visa por al menos un año más implicaba abandonar mi carrera universitaria en el octavo semestre. Imposibe. No puedo ser tan loca, pensé, respiré hondo, me paré de la cama y terminé de empacar soportando un dolor de cabeza que creía que me iba a matar. Mi mente iba a mil por segundo, doblaba mi ropa de invierno en piloto automático mientras revivía todo lo que había vivido en el último año, no sentía nada, estaba ahí apenas respirando y soportando el taco en la garganta. -¿Parcera quién te lleva al aeropuerto? ¿A q

Sí se puede vivir viajando

Uno de mis propósitos para este 2019 es cultivar más mi hábito de lectura, es así como a hoy 8 de febrero voy por mi sexto libro, debo confesarles que dos de ellos han sido audiolibros y  también que dos semanas de vacaciones forzosas me dieron un poco más de tiempo libre del que tomé mucha ventaja. Sí se puede vivir viajando llegó a mis manos en noviembre del año pasado, fue el regalo de cumpleaños de mi papá :) Para serles sincera no me sentía ansiosa por comenzarlo a leer, me parecía un libro interesante más por sus autores que por el título, me daba un poco de miedo encontrarme con una suerte de decálogo para el éxito viajero o cinco pasos mágicos para lograr vivir de país en país. Fue muy grato encontrarme con una lectura totalmente diferente, el libro es sencillamente encantador. Cada uno de los autores nos relata de manera breve lo que ha sido su vida como viajero, así, sin recetas mágicas, sin tres pasos infalibles para el triunfo, sin trucos para empacar la maleta d

Viajera en pausa

Ha pasado un año desde que dejé Seattle, la ciudad en la que me descubrí y a la que siempre quisiera volver. Me regalé dos años sabáticos de los cuales 13 meses llamé hogar a la ciudad esmeralda. Volví a Medellín, mi ciudad natal, estuve por un mes viendo   amigos y familiares, me sentía de paseo, no tenía pesos colombianos, ni línea local, veía todo pequeño, me asustaba el ruido y me fascinaban las montañas. Empaqué maletas y me fui a México de voluntaria, pasé dos meses allí sintiéndome plena por hacer nuevos amigos, conocer lugares hermosos y a la vez aportar un granito de arena para construir un mundo mejor. Regresé de nuevo a Colombia y seguí viajando, me fui a Boyacá con mi familia, una buena amiga que había conocido en Seattle nos acogió en su casa y nos mostró lo más lindo de su tierra (Maleja siempre te voy a estar agradecida); después me fui a Manizales a disfrutar de la feria con una de mis mejores amigas de Seattle (Laura es una anfitriona de 10). Hacía cuatro meses q

Patas arriba: la escuela del mundo al revés

Hoy quiero compartirte una perla, el libro con el que conocí a mi autor favorito: Eduardo Galeano. Por recomendación de un viejo amor llegó a mis manos, no podía dejar de leer, estaba fascinada. Al llegar al final no pude más que dejar salir un suspiro que aún no sé con certeza lo que significaba, contenía un poco de asombro, ira y satisfacción de conocer verdades ocultas. No sé cuál sea el tipo de lectura que más te atrapa, a mí me atrapan las lecturas que me hacen sentir que me arrancan una venda de los ojos, las que me acercan a la verdad, las que me regalan perspectiva, las que me ponen del otro lado de la historia. Galeano, la voz abierta de América Latina logró capturar toda mi atención con sus palabras. Tal vez hayas oído sobre su famosa obra “Las venas abiertas de América Latina”, libro que fue censurado por las dictaduras militares de Uruguay, Argentina y Chile; o sobre “Úselo y tírelo” una crítica a la sociedad de consumo. Podría quedarme un largo rato recomenda