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Un mal inquilino

Cada vez que alguien me llama fuerte o arriesgada no puedo evitar agachar la cabeza un poco mientras agradezco el cumplido. No podría aceptar que alguien me llame fuerte mientras le miro a los ojos, sería mentirme a mí misma, pero sé que si aclaro que no lo soy van a listarme un buen número de sucesos que "prueban" lo contrario, o al menos eso creen ellos, desde afuera. Parece que un par de mis actos se han visto heroicos cuando desde mi perspectiva fueron más suicidas.

Me cago de susto antes de dar un paso grande, esa es la verdad. No quiero usar un adjetivo menos tosco, me cago de susto, punto. Tiemblo, lloro, me encierro, me enfermo del estómago, siento vacío, como de más, pienso en mil formas de cómo justificar mi retirada antes de comenzar: me puedo enfermar, me puedo desaparecer, me puedo incluso morir, nadie va a culpar al muerto por faltar a causa de su muerte, cierto? Siento frío en los huesos del miedo que me invade y a veces parece mejor morir que tener que enfrentar lo que se viene.

He llorado de susto, y no hablo de cualquier tipo de llanto, me he secado de llorar toda la noche hasta quedarme dormida, sola, por no querer preocupar a los demás con tanta debilidad viniendo de quien siempre los llena de fuerza.

He temblado de susto, temblado literalmente como si tuviese hipotermia. Me he sentido impedida para caminar, como si el miedo se me escondiera en las rodillas y las abrazara con todas sus fuerzas hasta inmovilizarlas.

Por eso no me considero fuerte, ni osada, ni arriesgada; más bien soy un poco loca y obstinada. Confieso que tiemblo dando los primeros pasos de cada camino, tiemblo y dudo, dudo contemplo varias veces la idea de devolverme. Pero no paro de caminar, mientras analizo la posibilidad de echarme hacia atrás sigo avanzando, para cuando decido que lo mejor es devolverme ya estoy más cerca del final que del comienzo, y pues yo soy miedosa pero no boba, así que termino.

Confieso que muchos de mis "grandes" saltos los he dado engañando al miedo, escuchando sus argumentos mientras le tomo de la mano y le invito a dar  un paseo.  Ahora mismo estoy sentada con él, obligándole a confesarme qué cree que nos esperará en seis semanas. Se sorprenderían de lo que ha dicho. De hecho creo que somos un buen equipo, tiene tanta creatividad que podría escribir un libro basado en sus hipótesis y una vez más tomar crédito de sus ideas.

Salud por mi miedo y la buena imagen que me ha creado ante muchos. No se avergüencen del o los suyos, más bien pídanles que colaboren, o como mi mamá me diría: ya que no se van a ir, al menos aporten.


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