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Mostrando las entradas de mayo, 2015

Invictus

Quiero dedicar un espacio a compartir el poema que más me gusta, escrito por uno de los personajes que más he admirado de la historia mundial, probablemente ya muchos lo conozcan, pero es casi inevitable no descubrir un nuevo sentido en él al leerlo otra vez.  Para quienes no lo conocían espero lo disfruten tanto como yo cuando lo leí por primera vez.   INVICTUS (español) Fuera de la noche que me cubre, Negra como el abismo de polo a polo, Agradezco a cualquier dios que pudiera existir Por mi alma inconquistable. En las feroces garras de la circunstancia Ni he gemido ni he gritado. Bajo los golpes del azar Mi cabeza sangra, pero no se inclina. Más allá de este lugar de ira y lágrimas Es inminente el Horror de la sombra, Y sin embargo la amenaza de los años Me encuentra y me encontrará sin miedo. No importa cuán estrecha sea la puerta, Cuán cargada de castigos la sentencia. Soy el amo de mi destino: Soy el capitán de mi alma. INVICTUS (inglés)

Magia

Imposible, completamente imposible no soñar con una noche en la Habana, con días de largas cabalgatas en las más extensas llanuras, con guitarras afinadas junto a una fogata y un par de malvaviscos rostizados por mi improvisado experimento, imposible no escuchar el sonido de aquel rio que baña la casa de campo por la parte trasera, imposible no sentir el olor del establo y los bramidos del ternero, imposible no sentir la caricia de la brisa en mis cabellos y hasta el sonido de las palmeras que se unen dichosas a la danza de las traviesas olas, aun inocentes de su inmensidad potencial, imposible no sentir la adrenalina de nuestro improvisado vuelo, fascinados como si fuéramos un par de avestruces descubriendo el revoloteo en nuestros emplumados miembros, ilógico, irreal, ¿qué más da? ni la más audaz águila ha logrado tan excitante vuelo, improvisado como todo lo que de mí proviene, pero vuelo al fin y al cabo.   Imposible no creerlo todo posible, siendo ésta la única excepción a la

Ornamento

Fue un largo camino, una gran distancia tal y como me gusta, al lado de la ventanilla para deleitarme no como un niño sino como un cachorro en su primer paseo en automóvil, casi sin poder disimular la fascinación de observar el paraíso;  verde, mucho verde en infinitas presentaciones, y en medio de las imponentes montañas y el eterno color esperanza unas cuántas manchas amarillas, guayacanes como pavos reales, cortejando mi vista con su belleza, llenos de vida, extendiendo sus florecidas ramas, dejándose acariciar por la brisa, la misma que arrebata una que otra flor para ponerla a sus pies, toda una obra de arte, un tapete amarillo, un sendero de honor. Un par de metros más adelante me encuentro frente a un pedazo de brócoli gigante, frondoso e imponente, lleno de vida, abrazado por miles de raíces, no daba lugar a un sólo centímetro carente de las más finas curvas y los más perfectos relieves.   En el corazón de la majestuosidad un pequeño caserío, minúsculo y mimado, escoltado

Metáfora

No, no me quedé. No me quedé a esperar que se enfriara el café sobre la mesa, no me quedé a sentir como se desperdiciaba su aroma, no me quedé a probarlo para descubrir que sabía a mierda... a mierda igual que tu ausencia, a comprobar que tu mezquino actuar es apenas comparable con su amargura. Si, tú eres tanto como ese café al que no decidí esperar, al que no decidí rescatar, eres ese café que me hubiera encantado saborear mientras aún tenía aroma, sabor, dulzura, vida. Era preciso revivir todo cuánto sucedió y observarlo de lejos, en tercera persona; dejar enfriar un café era la catarsis que necesitaba. No, no me fui. No me fui del lúgubre recinto, mi presencia no se hacia necesaria tampoco, aún así ahí estaba, con muchas razones para partir y otras tantas para quedarme. Tenía helado hasta los huesos, un frio de muerte me invadía el pecho, no lograba percibir en mí sentimiento alguno, ahí estaba y eso era todo, no pude acercarme al cajón de madera, la gran cantidad de bel