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El club de los tóxicos

Hoy quiero escribir sobre un tema bastante sensible e incómodo: problemas emocionales. 
Lo siento si escribo con un tono fuerte pero es como me siento en este momento con respecto a este tema. 

Yo creo que debemos madurar, sí, madurar y hacernos cargo de nuestros sentimientos y problemas emocionales. 


Todos en algún momento de nuestras vidas hemos sido terriblemente tóxicos, todos en algún momento hemos estado heridos hasta los huesos, hemos querido hacer y deshacer, beber, bailar, jugar con todo el/la que se nos atraviese y simplemente actuar sin pensar porque estamos tan dolidos y tenemos tantas cosas por resolver que lo más fácil es evadir la realidad y buscar alivio en los lugares menos indicados. 

Lo que no nos damos cuenta es que estamos alimentando una cadena infinita de puro dolor en la que no ganamos nada y ponemos a perder a todo el mundo.

Aprendimos a sacar un clavo con otro clavo, a vengarnos, a jugar con tod@s porque pues el amor no existe y en el mejor de los casos pensamos que ya llegará alguien a nuestra vida que sane todo lo que otros nos hicieron.


Yo sé muy bien que no es nuestra culpa que nos partan el corazón de la nada, he escuchado y vivido historias realmente tristes en las que ni siquiera entendemos cómo otras personas nos pueden causar tanto dolor; pero una vez estamos llenos de basura emocional sí o sí nos tenemos que hacer cargo de ella, no la pedimos, no la queremos, no la esperábamos pero pues ya la tenemos y el tiempo no lo podemos devolver.


No tenemos la culpa del dolor que nos causan los demás, pero lo que suceda de ahí en adelante es nuestra única responsabilidad.


Debemos madurar emocionalmente y aprender a alejarnos, a confrontarnos, a darnos tiempo, a afrontar el dolor, a pedir ayuda si lo necesitamos y a aceptar cuando simplemente no tenemos nada bueno que ofrecer a otro.


Muy bacano cantar tusa con un trago en la mano, enrollarse con la primer persona que aparezca y luego a los quince días estar dedicando Flor Pálida, pero eso es querer tapar el sol con un dedo, eso es "perfumar mierda" como dicen por ahí. Aprendamos a sanar nuestras heridas con paciencia y a dejar de sangrar encima de otros que nada tienen que ver. 


Yo he aprendido a aceptar que me la han hecho, a reconocer lo mal que me han dejado, a identificar las heridas que me causaron y me he hecho responsable de mí misma, me he dado el tiempo suficiente para sanar, el que sea necesario hasta sentirme capaz de confiar otra vez, de querer bonito una vez más.


Aprendí a hacerme cargo del único ser que me encargó la vida, de mí misma.


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