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Mostrando las entradas de 2017

Esmeralda

Ya voy llegando a la página final, se acerca el momento de despedirme de la ciudad que me vio nacer de nuevo, de las calles en las que me perdí una y otra vez, en las que temblé al no saber usar el GPS. Adiós al mercado más colorido, el más alegre y de olores más fuertes, hasta pronto a los artistas callejeros colmados de talento, al muro en el que juré pegar un chicle aunque me muriera del asco, a los clásicos ramos que se comparten los enamorados, adiós al primer Starbucks y su loca fila que nunca mereció mi tiempo, adiós a los artesanos, agricultores y pescadores. A la rueda de los enamorados y el waterfront que sigue inspirando a todo quien lo visita. A los paisajes con ferrys, a las montañas Olímpicas, a los atardeceres de Golden Gardens y los románticos dates en Gas Works Park. Mis botas y chaqueta de lluvia ya están en mi maleta, juro algún día usarlas de nuevo. Adiós al clima perfecto, a la gente de buena vibra y libertad pura. Adiós al cielo gris y la lluvia boba.

Familia

Todos lo llamaban "el mico", como si no tuviera más nombre que su alias.  Todos lo llamaban "el mico", inclusive su madre... como si no fuera hijo de nadie.  Todos lo llamaban "el mico", pero yo nunca lo dejé de llamar "mi tío". Ni siquiera "tío" solamente, MÍ TÍO, porque aunque no me guste es mío,  y eso fue lo que nunca comprendió el resto de la familia o los que se hacían llamar amigos. No podés deshacerte de una personas de un día para otro como si fuera nadie. No podés cerrar los ojos y cambiar tus padres, no podés pretender que no tenés hermanos porque te dio la gana de no tenerlos. El ladrón, el matón, el drogadicto, el mentiroso, el toma trago, el agresivo... el abandonado, el que con mil hijos regados no tiene ni una visita en Navidad en la cárcel. El que aguantó hambre, al que sus hermanos negaron, al que su madre maldijo y su padre nunca quiso. Al que condenaron siendo culpable, ese es mi tío. Si queda libre, es mi tío.