Cada vez que alguien me llama fuerte o arriesgada no puedo evitar agachar la cabeza un poco mientras agradezco el cumplido. No podría aceptar que alguien me llame fuerte mientras le miro a los ojos, sería mentirme a mí misma, pero sé que si aclaro que no lo soy van a listarme un buen número de sucesos que "prueban" lo contrario, o al menos eso creen ellos, desde afuera. Parece que un par de mis actos se han visto heroicos cuando desde mi perspectiva fueron más suicidas. Me cago de susto antes de dar un paso grande, esa es la verdad. No quiero usar un adjetivo menos tosco, me cago de susto, punto. Tiemblo, lloro, me encierro, me enfermo del estómago, siento vacío, como de más, pienso en mil formas de cómo justificar mi retirada antes de comenzar: me puedo enfermar, me puedo desaparecer, me puedo incluso morir, nadie va a culpar al muerto por faltar a causa de su muerte, cierto? Siento frío en los huesos del miedo que me invade y a veces parece mejor morir que tener que enfrent...
Tomar la decisión de ser au pair por segunda vez no fue nada fácil. Sé que de afuera muchos ven una mujer decidida y segura, pero eso se debe a que el enredo de dudas que siempre me acompaña lo llevo bien adentro y trato de no dejar que hable por mí. Siempre fui la buena estudiante, la alumna de la que profesores, compañeros y familiares esperan mucho, yo soñaba con ser profesional, con hacer maestría, doctorado, ocupar grandes cargos y taconear por los pasillos de grandes empresas con un poco de prisa para no llegar tarde a mi quinta reunión del día. Yo lo soñaba y sabía que lo iba a lograr, mis notas de la universidad me decían que iba por buena camino. Tenía 20 años, estudiaba dos carreras en dos universidades diferentes, estaba en grupos de investigación, pintaba, estudiaba inglés, era voluntaria de una organización juvenil que apoyaba en el área financiera y hasta en tiempos libres tocaba la batería en una banda cristiana y predicaba para jóvenes en un grupo de oración. ...