Ir al contenido principal

Metáfora

No, no me quedé.
No me quedé a esperar que se enfriara el café sobre la mesa, no me quedé a sentir como se desperdiciaba su aroma, no me quedé a probarlo para descubrir que sabía a mierda... a mierda igual que tu ausencia, a comprobar que tu mezquino actuar es apenas comparable con su amargura.
Si, tú eres tanto como ese café al que no decidí esperar, al que no decidí rescatar, eres ese café que me hubiera encantado saborear mientras aún tenía aroma, sabor, dulzura, vida. Era preciso revivir todo cuánto sucedió y observarlo de lejos, en tercera persona; dejar enfriar un café era la catarsis que necesitaba.

No, no me fui.
No me fui del lúgubre recinto, mi presencia no se hacia necesaria tampoco, aún así ahí estaba, con muchas razones para partir y otras tantas para quedarme. Tenía helado hasta los huesos, un frio de muerte me invadía el pecho, no lograba percibir en mí sentimiento alguno, ahí estaba y eso era todo, no pude acercarme al cajón de madera, la gran cantidad de bellos adornos y flores bastaban para hacerme entender que una vida había acabado, detecto varias lágrimas en un par de rostros y me culpo un poco al parecer de piedra.
No, no me fui; me quedé a mirarte de lejos, me quedé observando como se extinguía la llama, esta vez sin tristeza, esta vez sin nostalgia, esta vez como un espectador más, como un doliente menos, no fue como verte agonizar, tal vez no sea tan fuerte... fue como asistir a tu funeral, a uno de esos actos que tanto aborrezco, y ahí estaba yo, ahí estaba contemplando tu cadáver, asistiéndolo como un alma menos, como un muerto más.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Epístola primera, para usted querido lector.

Bienvenido a este espacio,  puede usted sentirse o no identificado con lo que aquí se publica, esperamos que ocasione algo en su interior, alegría, tristeza, nostalgia, ira, duda o cualquier otra emoción,  esperamos que nuestras palabras cumplan al menos con un único objetivo: alterar algo en su interior,  de lo contrario serían palabras muertas, tiempo perdido. ¿Tienen nuestras publicaciones un destinatario? la respuesta a esta pregunta quedará a la imaginación de cada uno, permítase leer estos escritos no con ojos de detective sino con ojos de niño, juegue con las palabras, puede usted tener el papel que desee, escritor, musa, destinatario ideal, accidental o simplemente un curioso más en un mensaje ajeno. ¿Quién nos inspira? nos inspira el amor, el amor en todas sus presentaciones, una sonrisa, un lindo día, el beso de madre, un adolescente enamorado, el placer  de hacer lo que nos apasiona. Nos inspira la vida, y la vida para ser vida debe contener amor, la única condición par

La conclusión de Marta

¿Mujer sinónimo de debilidad? Definitivamente no… eso no lo creo yo. Hermosa creación a imagen y semejanza de nuestro Dios, dotadas de la fuerza necesaria para custodiar una pequeña vida en su fase más vulnerable, con un corazón que cada día parece ensancharse más y más, desmedidas para amar, hallando cada día placer en entregarnos hasta el final, en no restringir ni un centímetro de nuestra alma a los demás. Con el sello profundo del amor divino, ese que todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. Sexo débil, ¿Quién inventó ese mito? Y peor aún, ¿cuándo nos lo creímos? Es evidente que en Cristo no hay sexo débil, “No hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer, pues todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” dijo Pablo. Uno en Cristo Jesús, esa es la única verdad, hombre y mujer en medio de sus múltiples diferencias, somos piezas de rompecabezas y es inútil sumergirnos en la discusión de quien es mejor… machismo, feminismo, discusiones vanas, Dios solo nos