Ir al contenido principal

Dilema de cuarto de siglo

¡Vaya lío en el que me he metido!

Que yo misma he comprado mi soledad susurró alguien a mis espaldas. Que no me gusta nada me ha dicho mi madre y que no es para tanto mi hermana. Ni qué decir de mi papi, él feliz de que yo siga un par de años más sin un "encarte".


Un par de amores enfermizos a temprana edad bastaron para poner el amor en cuarentena, me rasgué las vestiduras por un par de días pero después vino la calma; y esa calma me llevó a los libros, a la música, a las noches de poesía, a las largas conversaciones con amigos entre copas de vino, me llevó a la academia y puso mi nombre en mi lista de prioridades.


"¡Cuidado que la soledad es adictiva!" me dijo alguien y no le creí, perdóname, hasta ahora no logro rehabilitarme. Es que es una cosa de locos como diría mi amigo el poeta, dejas de esperar por alguien y te llevas a todas partes, vas al cine, al teatro, te cocinas, te ves al espejo con seguridad, emprendes, bailas, cantas, viajas, te comes el mundo...


Y pasan los días, los meses, los años y sigues enamorada de tí misma, te bastas en tí para dormir tranquila porque tú eres tus buenas noches, luchas por tus ideales y te entregas a tus pasiones.


Realización, felicidad, plenitud... hasta que un día te dices que ya es suficiente, que no hace falta pero tampoco sobra. Has crecido, has madurado, tienes frutos y qué bonito sería compartirlos. No puedo negar que las mujeres como yo tenemos alma de gato, independientes y autosuficientes hasta que llega la idea de alguien a nuestro servicio acariciándonos el cuello. Comienza el dilema, después de ver una comedia romántica te decides a buscar el príncipe azul, al otro día tu amiga te cuenta que su novio la ha engañado y... ¿qué necesidad de estar como ella? Voy a dejar esas bobadas.


Empiezas a salir con esos que han demostrado interés pero después de la primera cita a todos les dices "next". ¿Por qué te has vuelto tan exigente mujer? Muy joven, muy inmaduro, no es centrado, no escribe bien, maltrata el español, no viaja, es de extrema derecha, no lee ni aunque le pagaran, no baila, chistes malos, descuidado, muy bajito, muy pasivo, muy pasado, muy pesado...


¿A dónde he llegado? que ya nada me gusta, me dijo mi mamá; ¡que no mamá! Le respondí. Pasa que por el contrario ya sé lo que me gusta, pero ese hombre parece no existir.


Y para el susurro a mis espaldas ya tengo una respuesta. Sí, yo misma he comprado mi soledad y bien cara me ha salido, no voy a entregarla por tres pesos.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Epístola primera, para usted querido lector.

Bienvenido a este espacio,  puede usted sentirse o no identificado con lo que aquí se publica, esperamos que ocasione algo en su interior, alegría, tristeza, nostalgia, ira, duda o cualquier otra emoción,  esperamos que nuestras palabras cumplan al menos con un único objetivo: alterar algo en su interior,  de lo contrario serían palabras muertas, tiempo perdido. ¿Tienen nuestras publicaciones un destinatario? la respuesta a esta pregunta quedará a la imaginación de cada uno, permítase leer estos escritos no con ojos de detective sino con ojos de niño, juegue con las palabras, puede usted tener el papel que desee, escritor, musa, destinatario ideal, accidental o simplemente un curioso más en un mensaje ajeno. ¿Quién nos inspira? nos inspira el amor, el amor en todas sus presentaciones, una sonrisa, un lindo día, el beso de madre, un adolescente enamorado, el placer  de hacer lo que nos apasiona. Nos inspira la vida, y la vida para ser vida debe contener amor, la única condición par

Metáfora

No, no me quedé. No me quedé a esperar que se enfriara el café sobre la mesa, no me quedé a sentir como se desperdiciaba su aroma, no me quedé a probarlo para descubrir que sabía a mierda... a mierda igual que tu ausencia, a comprobar que tu mezquino actuar es apenas comparable con su amargura. Si, tú eres tanto como ese café al que no decidí esperar, al que no decidí rescatar, eres ese café que me hubiera encantado saborear mientras aún tenía aroma, sabor, dulzura, vida. Era preciso revivir todo cuánto sucedió y observarlo de lejos, en tercera persona; dejar enfriar un café era la catarsis que necesitaba. No, no me fui. No me fui del lúgubre recinto, mi presencia no se hacia necesaria tampoco, aún así ahí estaba, con muchas razones para partir y otras tantas para quedarme. Tenía helado hasta los huesos, un frio de muerte me invadía el pecho, no lograba percibir en mí sentimiento alguno, ahí estaba y eso era todo, no pude acercarme al cajón de madera, la gran cantidad de bel

La conclusión de Marta

¿Mujer sinónimo de debilidad? Definitivamente no… eso no lo creo yo. Hermosa creación a imagen y semejanza de nuestro Dios, dotadas de la fuerza necesaria para custodiar una pequeña vida en su fase más vulnerable, con un corazón que cada día parece ensancharse más y más, desmedidas para amar, hallando cada día placer en entregarnos hasta el final, en no restringir ni un centímetro de nuestra alma a los demás. Con el sello profundo del amor divino, ese que todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. Sexo débil, ¿Quién inventó ese mito? Y peor aún, ¿cuándo nos lo creímos? Es evidente que en Cristo no hay sexo débil, “No hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer, pues todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” dijo Pablo. Uno en Cristo Jesús, esa es la única verdad, hombre y mujer en medio de sus múltiples diferencias, somos piezas de rompecabezas y es inútil sumergirnos en la discusión de quien es mejor… machismo, feminismo, discusiones vanas, Dios solo nos