Ir al contenido principal

Regreso a casa


Era 30 de Septiembre de 2017, tenía todavía mucho por empacar, ya tenía cuatro maletas más la guitarra, ¿qué será mejor? ¿Dejar mis cosas o pagar dos maletas extra? En ese momento ya nada importaba, la noche anterior no pude dormir. ¿Para qué iba a regresar? Este ya era mi lugar en el mundo, tenía un hogar, un trabajo que disfrutaba, amigos, amor… estaba en un punto de mi vida donde todo estaba perfecto; pero se habían agotado los 13 meses de mi estadía, extender mi visa por al menos un año más implicaba abandonar mi carrera universitaria en el octavo semestre. Imposibe.

No puedo ser tan loca, pensé, respiré hondo, me paré de la cama y terminé de empacar soportando un dolor de cabeza que creía que me iba a matar. Mi mente iba a mil por segundo, doblaba mi ropa de invierno en piloto automático mientras revivía todo lo que había vivido en el último año, no sentía nada, estaba ahí apenas respirando y soportando el taco en la garganta.

-¿Parcera quién te lleva al aeropuerto? ¿A qué hora debes estar allá?

-Oh shit! Ya debería estar saliendo, voy a perder el vuelo.

Llegaron Lu y Dani para llevarme al aeropuerto, corrimos a poner las cinco maletas y la guitarra en el baúl, abracé a mis monkeys  y salí por la puerta trasera limpiándome las lágrimas antes de que alguien más las viera.

Si les soy sincera no recuerdo nada de lo que hablamos en el camino, yo sentía que iba a derrumbarme en cualquier momento, en el aeropuerto esperaban mis amigas para despedirnos.

El discurso de inteligencia emocional que había dado por muchos años me escupió en la cara ese día. Estaba histérica, mis maletas tenían sobrepeso y comencé a pelear con el staff de la aerolínea por ello. Ya había pagado dos maletas extra, yo no quería pagar exceso de equipaje, yo no quería botar más cosas de las que ya había botado, no quería regalar nada más, yo no quería soltar nada, yo no me quería ir, yo no quería tener que decidir,  no quería dejar a mis amigos, tampoco quería renunciar a la universidad, yo lo único que quería era que el tiempo se detuviera y me diera la oportunidad de seguir teniéndolo todo ahí. Yo quería más tiempo en Seattle con mis amigos, con Brad y conmigo misma, pero también quería que la posibilidad de volver a Medellín siguiera siempre vigente, yo quería recorrer el mundo con mi vida y mi familia en una bolita de cristal a la que siempre podía volver.

Después de un abrazo grupal lleno de lágrimas pasé a la sala de espera, saqué mi celular y envié un sms:

“Hey stranger! I am leaving the country now. Just wanted to say thank you, thank you for all the amazing memories you’ve given me. Te quiero”.  

Yo sabía que el mensaje no iba a tener una respuesta, él ha sido la persona más firme y radical que he conocido.

En la tercer cita tuve que decirle que me iba, él era diferente y no podía mentir.

-¿Entonces en dos meses vas a Colombia?
-Sí
-¿Y cuándo regresas?
-No sé si regrese, voy a terminar la universidad y ya veré qué pasa después.
-No puedes regresar de nuevo a Colombia, come on! Recuerda que regalaste tu cama antes de viajar, ahora no tienes donde dormir en Colombia, pero aquí sí… hahahaha.
-Hahahaha, tienes razón, tendré que comprar un colchón inflable al volver.
-Ok, let’s just make the most of the time we have left together.

Y así fue. Su sí fue un sí y su adiós, un adiós definitivo.

No hay punto en alimentar el sentimiento por alguien que está en un camino tan diferente y tan distante al tuyo. Además, nadie se siente muy seguro al lado de alguien que no sabe en dónde va a estar mañana. Ese es un hecho con el que me toca vivir por ahora.

Haciendo la fila para abordar se me acercó un señor:

-Hey! where are you flying to?
-Hi! I am going home
-what? But you’re at home now.

Le sonreí y se fue, nunca supe quién era, no iba en mi vuelo. Tenía tanto dolor de cabeza que seguro ya estaba hasta delirando.

Abordé, estaba en la ventanilla, el avión despegó y yo lloré como nunca antes. El nudo en la garganta se soltó y el ruido de las turbinas me regaló la privacidad que me hacía falta para llorar y descargar el cúmulo de sentimientos que era en ese momento.

Hice escala en Houston y mientras estaba en la sala de espera se me acercó un joven, tenía ropa de deportista, su celular en la mano y audífonos. Me saludó mientras se quitaba los audífonos y se presentó:

-Hey, I am Mike.
-Hey, I’m Natalia, nice to meet you.
-Where are you from Natalia?
-Colombia, you?
-Oh that’s cool, I am from New York. Are you okay?
-Yeah, I am fine. It is sad to leave, that’s it. Thanks for asking.
-Oh... you love your life here, you don’t have to leave if you don’t want to. You know what, go say hi to your family and then come back, everything will be fine.

Intercambiamos contactos y se fue corriendo a su puerta de embarque.

Yo no podía haber tenido un viaje más dramático y más extraño, luego pensé de nuevo que estaba delirando pero el contacto de Mike ya me daba tranquilidad de que no estaba loca.

Esperé 40 minutos para abordar el vuelo con destino Ciudad de Panamá. Aún tenía tiempo, aún estaba dentro del país, aún me podía quedar, pensé en no abordar el avión y comprar un vuelo de regreso a Seattle… Hablaba conmigo misma dándome argumentos a favor y en contra… pero ya mi familia me está esperando en casa, ¿y entonces la universidad qué? Y mi visa expira hoy, ya no la renové, no puedo ser ilegal… ¿y si me estoy equivocando al regresar a casa?  El llamado a abordar interrumpió mi discusión mental, me paré de la silla y abordé el avión.

Comentarios

  1. Identificada, pero aún no debo volver q mi país y creo que desde ya me siento así. Guerrera

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola Deisy! Disfruta cada momento que pases en el exterior! Un abrazo!!!

      Borrar
  2. Me identifico y aunque las cosas no han sido faciles aca me da nostalgia y se me bajan Las lagrimas al saber que ese dia llegara

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola Yenny! Te entiendo completamente, el que haya sido duro adaptarse y lograr salir adelante en un país extranjero have aún más difícil regresar.

      Borrar
  3. La segunda parte para cuando?Natalia Agudelo?

    ResponderBorrar
  4. Genial... A pesar del dolor que implica tu relato, te vi pasar por cada momento que narraste.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola profe! Fue un momento duro pero que necesitaba y que me hizo madurar ☺️

      Borrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Juramento

Te juro que renacerá un nosotros, no del polvo ni de las cenizas, renacerá de la nada. Te juro que renacerá un nosotros, tal vez no hoy, ni mañana. En el kyros renacerá. Te juro que volverás a la utopía y el delirio regresará a ti, te lo juro por la fuerza de nuestros latidos. Te juro que aún restan lunares por conquistar y miedos por derrotar. Te lo aseguro sin temor a equivocarme que tanto tú como yo no hemos logrado perdonar esta deuda de amor.  Te juro por el sueño que me desvela que moriría por llenar hasta tu último rincón.  ¿Y tú? ¿Qué me juras?

Más grande que otros infinitos

¿De qué te sirvieron tantas noches tras los libros? ¿De qué te sirvieron las montañas de ejercicios?¿Qué falló en la ecuación? Te creí capaz de solucionar cualquier problema que involucrara números... no, no eres tan bueno.  Te daré un chance más, es sencillo, vamos, inténtalo una vez más. Dime cuántos días restan hasta que pueda no recordarte al menos por 24 horas. Dime cuánto tardará cada beso en desdibujarse de mi piel. Dime cuánto tardará mi muñeca en lograr enlazarse a otra. Dime qué tanto debo sonreír mientras me preguntan por ti para lograr que el "no me importa" por fin sea real. Dime a qué distancia debo estar para poder olvidar. ¿Cuántas lágrimas debo derramar para que dejes de doler? Ayúdame a calcular las dimensiones de tu ausencia, me niego a creer que simplemente es un gran infinito, dime que solo es uno pequeño, uno que al menos pueda intentar cubrir  con un amor medio grande. Dime que tu ausencia no es tan extensa como tu amor, dime que es más...

Déjalo ir

Rasga tus vestiduras , golpea el suelo, lanza las almohadas contra las paredes, siente como se calienta tu sangre, como se acelera tu corazón y de repente se ralentiza.  Sírvete una copa, escucha la canción de la primera cita, grita, estalla, desgarra tu alma, hala tu cabello, llora hasta flaquear, derrama hasta la última gota de fuerza, enfurece, empuña tus manos, golpea el aire, rompe fotos, pulveriza cartas, inhala, exhala, déjalo ir. Escucha el latir de tu corazón, calla tu mente, aprieta los párpados tan fuerte como puedas, siente el dolor, siéntelo... soporta un poco más, tu rostro pide a gritos descanso. Déjalo ir. Abre los ojos, ¿arden un poco, verdad? Intenta cerrarlos de nuevo delicadamente para aliviar un poco la incomodidad que provoca la luz, ¿qué son esos destellos? Poco a poco se desvanecen las manchas de oscuridad. Mírate al espejo, sonríete. Es cierto, uno se cura, uno se cura por mero instinto de supervivencia. Uno se cura porque se cansa, se cansa de...