Hubo un verso para la taza de café, hubo uno más para ella, pero no hallé algo para la canción de fondo. Hubo un verso para el sentimiento desvelador, hubo un par más para ella, no hubo uno para el grillo que acompañó tus largas noches mientras soñabas despierto. Hubo un verso por cada lágrima, unas cuantas docenas de rimas más para ella, no hubo una para el pañuelo que evitó un diluvio sobre el papel. Hubo un verso para los pasos improvisados del baile, hubo un poema para ella, ni una sola palabra para la noche que iluminó perfectamente cada rincón de su rostro.
No hay rimas para la ambientación, no hay versos para el paisaje, no se le escribe un poema al fondo.
Podría, cuando así lo quisiera, obligarte a dedicarle un par de versos a las clavijas oxidadas de la guitarra en aquel rincón, a la flauta dulce del preescolar, a la vieja almohada que no te atreves a cambiar, a la medallita de tu primera comunión, al tan anhelado regalo de navidad, a la pequeña libreta que siempre te acompaña, a tu canica preferida, esa que le ganaste Daniel, hijo de doña María; al olor de tus cobijas limpias, al perfume que toda la vida ha usado tu madre, al par de zapatos que siempre llevas en una ocasión especial, a la primera flor que regalaste; podría, cuando así quisiera, obligarte a dedicarle un par de versos a tu vieja amiga... podría, pero no quiero, no quiero porque aunque ame la sonoridad de cada verso y la magia de cada texto, repelo tus fuentes de inspiración. Podría, pero no quiero, no quiero porque más vale tu sonrisa que un par de rimas, podría, pero no quiero, no quiero y nunca querré... ella y tantas más podrán leer y releer la dedicatoria de un par de líneas, ahí, estáticas y agonizantes, sujetas a la interpretación del lector, mientras tanto yo y sólo yo podré recoger lágrimas de alegría y dolor, dibujar y desdibujar sonrisas, peinar cabellos rebeldes, deleitarme en la improvisación, en versos hechos melodías, en carcajadas inquietas, nacientes y genuinas, yo y sólo yo podré comprobar una y otra vez que poesía no es sólo la que nace del amor o el dolor y muere en el papel, que poesía eres tú, poesía viva, poesía infinita, contradictoria, eterna, cambiante, constante, yo y sólo yo podré conspirar una y otra vez con el ambiente, el paisaje y el fondo para ver como eres tú el mismo verso dedicado a lo que nunca has dejado plasmado.
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